(fuente: ElPais.com (Carlos Arribas))
El deporte (aunque sea extremo) es salud.
Distintos estudios médicos contradicen la idea de que la alta competición acorta la esperanza de vida. El hombre actual tiene los mismos genes que el del paleolítico: cuanto más ejercicio, mejor.
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foto: rfec.com |
Según numerosos estudios sobre los efectos de la actividad física sobre el envejecimiento y la salud, es la vida del ciclista (también del maratoniano, del esquiador de fondo, o de cualquier deportista de resistencia) la que más se asemeja a la del ser humano del paleolítico, es decir, al modo de vida que nuestro organismo sigue considerado el ideal. El ejercicio de resistencia extenuante aumenta la esperanza de vida, porque lo llevamos en los genes.
Durante siglos, la creencia popular ha sido que el deporte de competición era malo para la salud y reducía la esperanza de vida. Y hasta los deportistas acusados de dopaje, como recientemente la atleta Marta Domínguez, afirman de entrada, para justificar una posible deriva dopante, que correr como ellos lo hacen yendo al límite de su capacidad en todas las competiciones, torturando su organismo diariamente, no puede ser, en sí, bueno para la salud. Sin embargo, los fisiólogos del ejercicio han llegado a la conclusión contraria: es más probable que viva más años quien en su juventud ha participado en alta competición deportiva, y cuanto más de resistencia sea la